lunes, 17 de enero de 2011

POLÍTICA EN CLA-VE DE MUJER



              Los tiempos cambian y las políticas también, al igual que lo hace la forma de hacer política. Ya existe un status quo en el mundo occidentalizado para garantizar la paz y concordia en dichos territorios durante un tiempo largo. Observamos el talante que atesoran los nuevos políticos y diplomáticos. Un talante distinto, conmovedor en no pocas ocasiones. Estamos ante una nueva generación que aboga por el equilibrio y la perpetuidad, muy lejanos quizás de otros movimientos subversivos. Estamos sin duda acercándonos al punto femenino que resume la política: comprensión, corrección y complacencia mutua.

         Distinguimos posturas y gestos, sonrisas cautivadoras y ante todo serenidad y naturalidad. La clave de la felicidad no está ya muy alejada de ello. No es raro pensar que el desarrollo y respeto de la mujer está íntimamente ligado al respeto por la especie humana. Quizás en ello se halle la clave. Contemplamos el valor de muchas mujeres a lo largo del mundo por ser escuchadas en lugares donde ni siquiera tienen voz. Contemplamos ahora países hiper-desarrollados donde una mujer es compañera del hombre, una igual entre iguales, protegida, amparada y respetada, ahí pues veremos claramente como la sociedad disfruta de mayores goces, mayores y mejores derechos, mayor continuidad vital asegurándose su permanencia. La mujer creadora, no solo da luz, si no que la mantiene donde solo parece haber oscuridad.

        No demos la espalda por ello a lo que ya conocemos, solo se trata de mejorarlo, haciendo un sistema perfeccionado al máximo, lo que supone constantes avances y medios para lograrlo.

Tenemos definidas aquellas cosas indispensables para un soberano bienestar… avistamos atónitos lugares en conflicto donde la barbaridades mundanas se ceban con la escasa humanidad que allí permanece. Es fácil de entender… nuestra sensibilidad nos dota de factores capaces de prolongar nuestra humanidad y sentido de permanencia hasta donde deseemos. Si entendemos que como especie humana tenemos una responsabilidad mutua de permanencia, entendemos que es necesario explicar y brindar la información suficiente para que otros pueblos, otras naciones, puedan ser también felices y permanentes.

            No es difícil de comprender que con  lo globalizado somos “más Uno” que muchos unos, cuanto más alianzas tengamos, más logrados nos sentiremos. No podemos evitar sentir una inmensa consternación ante la muerte injusta de un niño en manos de la guerra, nos da igual quien esté allí presente, porque nos preocupa mucho más quien no está ya ni lo estará jamás. La vida humana es un despilfarro brutal de medios, pocas especies requieren un periodo superior de gestación, pero es que ninguna posee un periodo de inmadurez superior al ser humano. Reconozcámoslo, somos seres lentos, vulnerables, culturales, pero somos completos porque nuestra sociedad humana nos forma así. Desnudos somos nadie, agentes con pocos recursos para la subsistencia, pero formados somos nobles, capaces y humanos. Nos caracteriza que somos capaces de emplear mucho tiempo en criarnos y formarnos para ser nuevos seres humanos. Una vida vale mucho más de lo que podamos imaginar. Respetando al que da vida y la posterga, respetando a la mujer, nos respetamos a nosotros mismos. Es condición “sine qua non” para nuestro correcto desarrollo y evolución entender esto, entender que somos parte de un todo, y que si no respetamos aquello que crea el todo, tampoco nos respetaremos a nosotros mismos.



            Todo esto tiene una conexión clave en la política. Somos lo que vemos, somos cultura, aplicamos cultura. Somos más delicados, más ambiguos o andróginos, más diplomáticos, somos todo ello porque somos seres aún más perfeccionados que pocas décadas atrás. Cuestionamos nuestra existencia, cuestionemos también nuestro futuro. La necesidad imperiosa de hacer entender al mundo el respeto que otorgue el equilibrio entre naciones no es fácil, pero la permanencia y el equilibrio son las claves, claves de mujer que por fin sabemos entender y valorar. Una nueva política ha llegado, una nueva conformación internacional también. La vida exige el máximo respeto, ahora solo hay que conseguir aumentar el diámetro de nuestra esfera emocional, vinculando sentimientos y emociones con otros seres humanos, comprendiendo el valor de una vida, de muchas vidas que sustentan nuestro equilibrio. Enseñemos a respetar y seremos respetados. La paz y la concordia solo se manifiesta bajo una idea: EL RESPETO POR LO QUE SOMOS. Ahora, una época turbulenta (como todas las épocas ya vividas), puede suponer la destrucción de muchas parcelas muy queridas, parcelas que no tienen modo de arreglarse una vez destruidas. Por el sentimiento de permanencia, de asociación, de humanidad, trabajemos juntos imponiendo nuevas claves de comprensión humana.

     Ya no existe el “todo por el todo”, porque es ser humano solo es un pequeño ápice de ese todo, pero sin el conjunto de ápices, el todo no existe. Así que cuidemos los ápices y estaremos cuidando el todo. Apliquemos una política asumible por nuestra vulnerabilidad, aplicándolo a nuestro sentimiento de permanencia., asumamos que nuestro papel es más liviano, pero de igual manera importante. Flexibilicemos nuestra mente, abramos nuestras ideas a un futuro conjunto y global. Apliquemos políticas con sentido común, valorando los ápices y la justicia. Solo aplicando justicia la obtendremos ya aunque demos por hecho que nos tocará perder muchas veces, sin una máxima no hay camino, sin un ideal, no hay trazado que recorrer. Valoremos pues nuevas fórmulas que permitan el desarrollo humano: su cuidado, protección, educación y evolución.

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